viernes, 17 de julio de 2015

LA MAGIA NEGRA DEL HACENDADO

                        LA MAGIA NEGRA DEL HACENDADO
Gastón payes, era el dueño de la hacienda Totora, quien pone en venta su propiedad y el comprador era un agricultor de Ilabaya; pero no contaba con la suficiente cantidad de dinero como para realizar el negocio. Por curiosidad se entera que practicando la magia negra se puede conseguir una fortuna, es cuando decide leer la magia negra, donde indicaba que tenia que ubicar tres quebradas que se unan en una sola y justo lo encuentra en el contorno de la laguna de Aricota.
Con mucho coraje, prepara las acémilas bien coronadas con sus chipas, llevando una daga bien filuda y un ayudante. A una distancia no muy alejada deja a su ayudante con los animales, dirigiéndose solo a la quebrada, llega y se prepara con las oraciones respectivas, de pronto baja un toro enorme balando en medio de la polvareda, se inicia una lucha titánica, después de un arduo batallar el agricultor vence al toro, cuando el animal cae pesadamente al piso, se rompe el hechizo y se convierte en una enorme petaca de oro y plata, muy triunfante grita ¡ Lo Logre ! ¡ Lo Logre ! y emocionada llama a su ayudante.
Todo el tesoro lo preparan para cargar en chipas, no esperando mas se dirigen donde el hacendado, para efectuar el negocio, Gastón Payes lo vende y sin tener otra alternativa se retira. El pacto con el diablo no era tan sencillo pues tenia que pagar con su cuerpo y no podía buscar esposa; el se había convertido en mujer del diablo.
Aburrido de estar con el diablo, no sabe como deshacerse, muy preocupado busca la forma, de pronto se encuentra con un anciano, quien le aconseja que debe buscar una esposa; pero su esposa tenia que esperar al diablo en la forma que el lo hacia de cuatro patas y ella acude al negar apartado esperando la llegada, de pronto aparece lo mira diferente con cabellera larga distinto al hombre se asombra y sale disparado sin rumbo el diablo, de esta manera se destruye el pacto.
El agricultor se tiene que marchar lejos del lugar y para ello deja en arriendo la hacienda al señor Cornejo, después de un tiempo es afectada por la reforma agraria, para convertirse en las Seis Totora y hoy parcelada a los trabajadores


jueves, 16 de julio de 2015

LOS MALIGNOS

Los Malignos

"Tenía 19 años, bajaba de Calientes, después de haber asistido a un baile donde había comido y bebido en forma abundantes, bajaba por un sitio conocido como la Bajada del canuto (de la quebrada de Miculla más arriba).
Cuando siente un escalofrío, como si una persona lo agarra de atrás y de una oreja. Sentía bulla y otros ruidos extraños. El bajaba con dos perros, que luego de esto salieron aullando como si tuvieran miedo de algo.
Siguió caminando presa de miedo, pero por nada del mundo volvía la cabeza, llegó a su casa y contó lo que le había pasado. Los vecinos le dijeron que era "Maligno" y que tenía suerte de no haber volteado sino se moría de susto".

EL BATAN DE LA PICANTERA



 EL BATÁN DE LA PICANTERA
"Hace muchos años atrás, existía en el Pago Aymara, una señora de edad avanzada, que se dedicaba a preparar picante de lo más sabroso. Por esos contornos, dicha señora tenía una moledora de tallado extraño, en el cual molía el ají todos los días para preparar el picante. Cuando la señora falleció, en las noches se escuchaba unos ruidos provenientes de la vieja casona, donde vivía la picantera. Algunas personas contaban que al pasar por el lugar, sentían como si alguien estuviera moliendo. Entonces alguien vio por casualidad, qué es lo que hacía ruido en las noches; era el batancito que se movía por sí solo; porque en vida la señora había querido a su batán y a su casa en forma entrañable".


EL VELORIO IMAGINARIO


EL VELORIO IMAGINARIO

"En cierta oportunidad un señor de nombre Antonio Espinoza fue a visitar a una amiga suya. En el trayecto por lo callejones de Pampa Morán, se le presentó  de pronto un grupo de gente enlutada, y los cuales velaban un muerto que estaba ubicado en medio del callejón. El transeúnte se paró de pronto y también participó de las meditaciones de los volantes, luego siguió  su camino; en su recorrido le acompañaba su perrito llamado cañita, el cual empezó a aullar, pero el duelo ni caso le hizo. Cuando llegó a su destino, contó lo sucedido en el camino y pensó que volvería a la otra noche para acompañar a los deudos.
Así lo hizo, fue al lugar y no encontró nada ni nadie, por más que preguntó por los alrededores no sabían de ningún muerto reciente.


LA LEYENDA DE LAS VILCAS




 La leyenda de las vilcas
Vivíance en Tacna los tiempos del cacicazgo. Eran épocas  de tranquilidad y sosiego, en las que el imperio de los incas, a base de trabajo y más una esquina trabajo, iba alcanzando una expansión paulatina.
En aquel entonces, el cacique de las  benignas tierras tacneñas era Apu Vilca, un hombre de carácter decidido y resuelto de quien no se podía esperar ningún perdón. Apu Vilca tenía una descendencia numerosa: sus primeros 13 hijos, fueron por coincidencia, varones. Una hija cerró tal atavismo en la familia Vilca. Ella fue la última y su padre la llamaba simplemente “Vilca”. Era su adoración. Desde niña, Vilca fue muy bella, obediente y laboriosa. Cuando llego la adolescencia, su padre la consagro al culto del Sol, integrándose al grupo de las acllas, jóvenes hermosas y de encantadoras voces que rendían permanentemente culto al dios.
Ante la llegada de Pachacutec al valle de Tacna, con el objetivo de expandir su imperio, Apu Vilca organizo los preparativos para la recepción del ejército imperial y alisto, para que se sumara a él, un contingente de jóvenes y fuertes muchachos. A la entrada briosa de los visitantes, comenzaron los festejos de bienvenida. Durante estos acontecimientos, el jefe Huacca demostró su interés por la hija de Apu Vilca, pero paradójicamente la hermosa Vilca respondía con reciprocidad las galanterías de otro audaz mozuelo, quien era un simple guerrero.
Apu Vilca consciente del interés del jefe Huacca por su querida Vilca, decidió dársela en regalo, pero cuando su hija se enteró, ésta se negó rotundamente a aceptar y entre llantos y lamentos, conto a su padre que estaba enamorada del guerrero Sonocco.
Su padre, lleno de ira, ordenó llamar a Sonocco para que rechazara a su hija, pero Vilca advirtió la maniobra y, llevada por el rencor, trató de huir. Lamentablemente su padre, motivado por la ira, mandó a encerrar a Vilca en una de las nacientes del valle.
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Con el llanto de la princesa los cerros se conmovieron y se arrugaron, y por las grietas del sol, Vilca pudo escapar por un forado, trepando a la cumbre del cerro Callata, en el noreste de Tacna. Desesperada por amor, se lanzó desde allí, cayendo de brazos abiertos y formando con su cuerpo una cruz en la tierra. La Madre Tierra se entristeció, y queriendo prolongar la vida de la joven, la convirtió en un árbol hasta entonces desconocido, al que los lugareños llamaron “Vilca”. Con el tiempo, las aguas que riegan Tacna se encargaron de diseminar las semillas que produjo la primera vilca por todo el valle, recordando en cada una de ellas  el espíritu indómito de la princesa tacneña que prefirió morir a vivir sojuzgada.